jueves, 29 de mayo de 2008

Mensaje en un envoltorio

Este no es como los mensajitos pseudopoético-románticos que vienen en ese chocolate de los dos corazones, tampoco se trata de los tradicionales mensajes impresos en los sobrecitos de azucar, mucho menos tiene que ver con los modernos mensajes de texto; tampoco creo que sea algún antiguo proverbio, máxima o aforismo. Este mensaje está impreso en papel sulfito, como el que usan para envolver fiambre en los almacenes. Después de pagar una caja de Ibupirac 600 que compré por mi muela, la farmacéutica envolvió cuidadosamente la cajita y luego me la entregó. ¿Alguna subrepticia intención?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

PARA HACER UN TALISMÁN-Olga Orozco

Se necesita sólo tu corazón
hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios.
Un corazón apenas, como un crisol de brasas para la idolatría.
Nada más que un indefenso corazón enamorado.
Déjalo a la intemperie,
donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza loca y no pueda dormir,
donde el viento y la lluvia dejen caer su látigo en un golpe de azul escalofrío
sin convertirlo en mármol y sin partirlo en dos,
donde la oscuridad abra sus madrigueras a todas las jaurías y no logre olvidar.
Arrójalo después desde lo alto de su amor al hervidero de la bruma.
Ponlo luego a secar en el sordo regazo de la piedra,
y escarba, escarba en él con una aguja fría hasta arrancar el último grano de esperanza.
Deja que lo sofoquen las fiebres y la ortiga,
que lo sacuda el trote ritual de la alimaña,
que lo envuelva la injuria hecha con los jirones de sus antiguas glorias.
Y cuando un día un año lo aprisione con la garra de un siglo, antes que sea tarde,
antes que se convierta en momia deslumbrante,
abre de par en par y una por una todas sus heridas:
que las exhiba al sol de la piedad, lo mismo que el mendigo,
que plaña su delirio en el desierto,
hasta que sólo el eco de un nombre crezca en él con la furia del hambre:
un incesante golpe de cuchara contra el plato vacío.

Si sobrevive aún, si ha llegado hasta aquí hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios;
he ahí un talismán más inflexible que la ley, más fuerte que las armas y el mal del enemigo.
Guárdalo en la vigilia de tu pecho igual que a un centinela.
Pero vela con él.
Puede crecer en ti como la mordedura de la lepra; puede ser tu verdugo.
¡El inocente monstruo, el insaciable comensal de tu muerte!

LuLa dijo...

guau!! cuánta fuerza, cuánta furia en este escrito!
¿quién no sintió algo así en su corazón alguna vez?