viernes, 16 de mayo de 2008

Implorando que sus aguas lleguen a tocar mis pies, y la espuma los envuelva hasta los tobillos, espero. Tan simple y tan lejano como este cielo mezquino, que hoy no quiso regalarme la luna.

Necios, empalagados en la avaricia por no ceder.

Secos, porque sus aguas no alcanzaron mis pies.

Porfiados, resignamos las ganas y empezamos a perder.

Ciegos, porque ni la luna, ni su ausencia vimos brillar esta vez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

CANSANCIO-Oliverio Girondo

Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo brazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.

Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.

Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.

Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.

LuLa dijo...

uh... estaría buenísimo recluírse en una piedra de vez en cuando... lo estoy pensando...