lunes, 19 de mayo de 2008

Premonición

Como todos los miércoles, Susana se sienta junto a la profesora para entender la consigna y para charlar con ella; a su lado está Marta, que siempre comprende a la perfección y es la primera en la cola que hacemos para corregir los trabajos.
Sí, como en la escuela primaria, tenemos que hacer una fila porque a Renée, nuestra profesora, le gusta corregir minuciosamente cada una de nuestras composiciones y para eso usa lapiceras de distintos colores.
Pese a mi torpe destreza para adivinar edades, supongo que las tres mujeres pertenecen a la misma generación: el cabello blanco en canas de Renée, las arrugas que surcan la frente y el entrecejo de Susana y la jorobada espalda de Marta, habilitan mi presunción.
Marta y Susana llegan y se van juntas de la clase.
No podría asegurar que son amigas, pero intuyo que se conocen, o al menos, creo que Susana conoce a Marta.
Desde el primer día de clases, cuando la ví a Susana, percibí algo extraño en su mirada, pero no quiero pecar de prejuiciosa, aunque, para ser más ilustrativa y apelando a una comparación grotesca y un tanto socarrona, creo que Susana se parece a "Chucky", el de la película, "el muñeco maldito"; ella es petisa y tiene el pelo revuelto y sucio. La observo mientras estoy en la fila. Ella me mira y pone un taper con galletitas frente a mis ojos.
-¿Querés? -me pregunta.
-No, gracias -le contesto.
Pero ella insiste:
-Dale, probá una, mirá que son caseras.
-Bueno, entonces las voy a probar -digo, mientras agarro una.
Y, ofreciéndoles a las demás compañeras, aclara:
-Las hizo Marta.
Al escucharla, Renée exclama:
-¿Cuándo las hizo? ¿Cómo le alcanza el tiempo para hacer tantas cosas? -y riéndose, agrega- ¡Las debe hacer mientras duerme!
Marta no la escuchó, porque estaba muy concentrada en su trabajo, entonces Susana contestó por ella:
-En su tiempo libre, Marta cose para afuera.
Después de la corrección de los trabajos, tomamos un recreo.
Yo salí sólo unos minutos para fumar, cerca del aula, porque tengo unos collages atrasados. En ese momento, me abstraigo, y se me viene la imagen de Susana. Tengo su mirada clavada, me invaden infinidad de especulaciones sobre ella. Pienso que tiene ojos de víbora celosa, o que ella misma es una serpiente constrictora y que Marta es la presa que le quita el sueño, porque si Marta hornea galletitas mientras duerme, Susana debe estar ahí, en vigilia, para controlarlo. Pienso que a ella le gustaría, desearía haber amasado esas galletitas, pero se conforma con convidarlas, mientras ceba mate.
Pero no son buenos los preconceptos, además ni siquiera la conozco.
Volvemos del recreo y nos acomodamos cada una en nuestros bancos. El aula es muy amplia, porque las mesas son enormes tableros de arquitectura.
Lejos, se escuhan las correcciones que hace Renée a las composiciones de Susana.
-Me voy a poner a llorar -dice Susana- porque hago todo mal y usted me reta.
-No, yo te corrijo nada más, además no es para tanto, hay que llorar por cosas más graves -dice Renée a modo de consuelo.
Pero Susana continúa:
-Es que hoy se la agarró conmigo profesora. A ella no le dice nada porque hace todo bien, porque todo le sale perfecto.
-Bueno, es que Marta es muy aplicada, pero a ella también le corrijo errores -le contesta Renée.
Pero esas explicaciones no le bastaron a Susana, entonces, le replica:
-No, a Marta siempre le sale todo bien, por eso la envidio.
Esa frase resonó en mi cabeza y levanté la mirada en dirección a Susana, de golpe me sentí implicada en sus palabras, casi imputada.
Recobré la calma cuando la profesora, risueña, contestó:
-Bueno, pero todos tenemos un poco de eso, es una envidia sana.
Entonces Susana le retrucó:
-No, la mía es envidia de la mala -y levantando la cabeza, escrutó con una mirada panorámica a todos los que estábamos alrededor y agregó: -yo soy re envidiosa.
En ese instante, me recorrió una sensación muy incómoda, mezcla de complicidad e incredulidad, me sentí involucrada, envuelta en un déjà vu.
Y como si no hubiesen bastado tales declaraciones, Susana remató con esta frase:
-Si hay alguien que odio en este mundo, es a Marta.
Como respuesta a tremenda confesión, Renée soltó una carcajada nerviosa y dijo:
-Hoy estás terrible Susana -y añadió- Cuidado Marta, con los mates que te ceba.
Yo quedé pasmada, inmóvil en mi banco.
Ya más tranquila en el colectivo, volviendo a casa, pensaba, debatía sobre esa secuencia en mi cabeza y de pronto sentí un escalofrío. Va a ser mejor que no piense más en Susana como protagonista de mis fábulas, como la actriz estelar de las ficciones que fabrico en mi mente.
No quiero imaginar cómo sigue esta novela.
En adelante, trataré de evitar los juicios de valor, cualquier preconcepto y prejuicio, porque puede volverse un presagio, por temor a que se transforme en una premonición.
Aunque confieso que me encantaría saber cómo va a terminar esta historia. Pero será mejor que ese final, lo imaginen ustedes.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La corriente del odio es deslumbrante y en la noche es tan bella como el amor.

Leopoldo Panero

LuLa dijo...

...y es muy delgada la línea que los divide....
vos ya estás avisada...no la mires fijo... muejejeje.
besugos nena!

Anónimo dijo...

Susana y Marta. Marta y Susana. De esa relación a Susana Vs. Marta. Marta Vs. Susana hay un pasito pequeñito que en la mente de Susana ya fue dado.

Es la clásica pero tan actual Lucha por el Poder, representada en algo tan simple como el día a día en un establecimiento educativo. La pelea y el conflicto por algo que uno no tiene y quiere tener, pero lo tiene otro y es más facil envidiar al otro y armar un enorme problema por eso, que luchar y ponerse a hacer cosas para lograrlo uno mismo.

Yo seguiría la historia de Marta y Susana, y por qué no también incluir a Reneé, pues esta sí que tiene elementos para teatralizarla (y no como otras...)

Besito.