lunes, 9 de junio de 2008

Malestar

La tensión revuelve mis tripas. Mis nervios flacos, estrangulados, se retuercen entre sí, exprimiéndose, segregando sus jugos que recorren la totalidad de mi interior, como si fueran calles, pero sin salida, como callejones, laberinto agobiante.

Desolación inconmensurable. Desesperación. Autopista hacia el vacío, y arriba el cielo cargado de nubes pesadas, hinchadas de ácido para derramar.

No puedo hablar. Esta angustia obstruye mi garganta en arcadas nauseabundas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

MANSION ARTAUD-Manuel Lozano

Con lepra en la garganta,
he oído
el canto de los ruiseñores.

Era el incendio
en la cueva del ausente
hacia atrás, golpeándome.

Tajos, franjas, cenizas
sobre el limo.
¿Y quién no deja dormir
en mármoles finales
el suicidio del cuervo?

Gira el teatro
arañando la sangre
sin olvidar apenas
el esplendor litúrgico.

Devueltos, al fin,
blancos portones
devolviendo el soplo,
latiendo clausura.

Para pintar
la borra de las miasmas
cuando hace frío
y aúlla en la carne.

¿Qué? ¿Quién?
Con lepra en la garganta.
He oído.

Barniz donde se pierde
el despojo,
la insistencia y el crimen.

¡Vuelvan, vuelvan los iluminados!
Será aún el pródigo
amanecer
que imanta las horas.
Sobre nada este declive.

Magnético rayo
escalando el vacío
-irrefragable nacimiento-
hasta el vacío.

Según las caras de la esfinge,
tallarán nuestra cara.
Pero ella misma agrieta
los reflejos.

Heredad vista de cerca.
¿De un solo golpe,
la ilusión?
Los clavos en la sangre.

A despertar.
A combatir.
A encender perpetuamente.

Luz que diluvia.
Rebélense los huesos
del milagro.

Anónimo dijo...

gracias nena!
actualización en proceso...