lunes, 9 de junio de 2008

Malestar

La tensión revuelve mis tripas. Mis nervios flacos, estrangulados, se retuercen entre sí, exprimiéndose, segregando sus jugos que recorren la totalidad de mi interior, como si fueran calles, pero sin salida, como callejones, laberinto agobiante.

Desolación inconmensurable. Desesperación. Autopista hacia el vacío, y arriba el cielo cargado de nubes pesadas, hinchadas de ácido para derramar.

No puedo hablar. Esta angustia obstruye mi garganta en arcadas nauseabundas.

miércoles, 4 de junio de 2008

Y comenzás a sentir eso que no querías, lo que estaba latente y siempre escondiste.
Se empieza a agrietar tu cáscara, de a poco se acentúan las vetas, como aflora el musgo en la humedad, como ese pastito que brota entre las baldosas, igual que las raíces de los álamos, cuando salen a las superficie y levantan todo el piso, o como proliferan los hongos en la podredumbre.
Como esa sombra que obtura tu luz, ese gran muro, infranqueable; como ese hálito que satura el aire hasta empañarlo todo, hasta asfixiarte.
Pero al fin, cuando salga el sol y sus rayos logren abrazarte, también reverberará su luz en las plateadas hojas de tu álamo.